martes, 21 de octubre de 2014

Mary Richmond

Mary Richmond fue la inventora conceptual tanto teórica como sistemática del Trabajo Social, la que formalizó sus técnicas y contenidos,  empezando como administrativa en la Sociedad para la Organización de la Caridad, dedicada a la filantropía y todo eso antes de que las mujeres americanas tuviesen derecho a voto…

Nacida en Illinois el 5 de agosto de 1861 en Belleville, Illinois (USA). Fue feminista sufragista, defendió en sus libros la democracia y la participación igualitaria enfrentando al autoritarismo y el patriarcalismo; luchó por que se prohibiera el trabajo infantil. Darwinista en su pensamiento, pues para ella el trabajo social iba encaminado a conseguir la adaptación de los/as clientes/as a un mundo y una sociedad que iría reformando progresivamente.
Autora de varias obras, entre ellas, El Trabajo Social de Casos Individuales, querido y criticado, a la vez, por muchos profesionales por considerarlo pretencioso a la hora de perseguir únicamente la adaptación de las personas al sistema social.


A mi parecer, el entorno se tiene también que adaptar al individuo y no únicamente al revés, siendo para ello necesaria una transformación social a través de la movilización y participación de las personas para conseguir un entorno más favorecedor y entonces más apropiado para la adaptación.
Me pareció curioso que Richmond destaca la relación frente a frente con el cliente a través de la palabra y la conversación, elementos también del psicoanálisis, donde se genera una relación de confianza que a veces puede ocasionar transferencia.
A pesar de que no hablara de ningún modelo teórico para el Trabajo Social ya hacía menciones sobre lo que hoy conocemos como: “modelo sistémico”. Para ella era fundamental estudiar todas las áreas que afectaban a la vida de la persona y sobre todo sus relaciones personales y por consiguiente, había que tomarse un tiempo en el estudio y elaboración del diagnóstico dejando al margen el papel de trabajador@s sociales como simples expendedor@s de recursos y gestiones, es decir, conocer más al individuo y/o familia para abordar mejor su situación.


Con respecto al diagnóstico social, puntualizaba que, además de ser redactado y escrito en papel, siempre se puede añadir nueva información, no necesariamente tiene que ser cerrado y siempre elaborarlo en la acción que pueda beneficiar al/la cliente. También recomienda, que para realizar un buen diagnóstico se vea al patriarca, al padre o al marido ya que suelen acudir a los centros de servicios sociales, mayoritariamente el género femenino. Ella citaba textualmente <hay que oír al hombre y a la mujer por separado>; respecto a esto, no lo veo del todo claro, salvo para situaciones límite como por ejemplo que haya una violencia de género, un divorcio…pero considero que se pueden citar tanto al hombre como a la mujer en una misma entrevista.
Repudiaba la burocratización y por eso recomendaba un trabajo de cara a cara, es decir, de forma directa, evitando cartas, correo o impresos de rellenar (siempre que fuera posible)
En hilo con lo anterior, es cierto que vivimos con prisas y la gente quiere soluciones rápidas para sus problemas como: un subsidio, ayuda económica y a veces, l@s trabajador@s sociales contribuimos a que también sea así porque de esa forma nos quitamos de manera más rápida el problema de encima pasando a otro cliente y reduciendo así nuestro trabajo.  Por ello. es hora de recapacitar y de tomar conciencia de que no somos simples expendedores de recursos y que no tenemos que victimizar a los usuarios y que para ello tenemos que hacer partícipe al usuario del proceso de solución de su problema.


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