jueves, 27 de noviembre de 2014

Concepción Arenal

Concepción Arenal Ponte (Ferrol  31 de enero de 1820 - Vigo  4 de febrero de 1893) fue una importante escritora española realista vinculada al pionero movimiento feminista de finales del siglo XIX.

Nacida en una casa del barrio conocido como Ferrol Vello, su padre, Ángel Arenal Cuesta, fue un eminente militar (sargento mayor) que sufrió muchas veces represión por su ideología liberal y por estar en contra del régimen monárquico absolutista del rey Fernando VII. A consecuencia de sus estancias en prisión, cayó enfermo y murió en 1829, quedando Concepción huérfana de padre a los 9 años.
 En ese mismo año, marcha con su madre, María Concepción Ponte Mandiá Tenreiro y sus dos hermanas a casa de su abuela paterna, donde recibió una férrea formación religiosa. En 1834 se trasladan a Madrid , donde Concepción estudia en un colegio para señoritas. Siete años después entra, contra la voluntad de su madre, como oyente en la Facultad de derecho de la Universidad central de Madrid, vistiendo ropas masculinas, puesto que en la época la educación universitaria estaba vedada a las mujeres. Vestida también de hombre, Concepción participa en tertulias políticas y literarias, luchando así contra lo establecido en la época para la condición femenina.
Acabada la carrera, se casó en 1848 con el también abogado y escritor Fernando garcia Carrasco. Años después colaborarían juntos en el periódico liberal La iberia hasta que en 1857 Fernando murió de tuberculosis. Concepción viuda y con dos hijos se trasladó a Potes (Cantabria).
. Después de una serie de conflictos sobre la forma incorrecta de introducir su escrito en el concurso, se le concede el premio y será la primera mujer premiada por la Academia.
En 1863 se convierte también en la primera mujer que recibe el título de Visitadora de Cárceles de Mujeres, cargo que ostentó hasta 1865. Posteriormente publicó libros de poesía y ensayo como Cartas a los delincuentes (1865), Oda a la esclavitud (1866) —que fue premiada por la Sociedad Abolicionista de Madrid—, El reo, el pueblo y el verdugoLa ejecución de la pena de muerte (1867). En 1868, es nombrada Inspectora de Casas de Corrección de Mujeres, y tres años después, en 1871, comienza a colaborar con la revista La Voz de la Caridad, de Madrid, en la que escribe durante catorce años sobre las miserias del mundo que la rodea.
En 1872 funda la Constructora Benéfica, una sociedad que se dedica a la construcción de casas baratas para obreros. Posteriormente también colabora organizando en España la Cruz Roja del Socorro, para los heridos de las guerraas carlistas, poniéndose al frente de un hospital de campaña para los heridos de guerra en Miranda de Ebro.
Con Concepción Arenal nace el feminismo en España. Como los krausistas otorga a la educación e instrucción de la mujer un papel fundamental, pues Concepción dirá que la mujer no tiene otra carrera que el matrimonio. Pues los hombres aprenden un oficio, las mujeres no. Los oficios que la mujer puede desempeñar serían:relojera, tenedora de libros de comercio, pintora de loza, maestra, farmacéutica, abogada, médica de niños y mujeres y sacerdote (no monja). Nunca se debe dedicar a la política ni a la vida militar. Instrucción que la mujer debe procurar, pues dirá de los hombres que tienen inclinaciones de sultán, reminiscencias de salvaje y pretensiones de sacerdote.
Con la creación de la Acción Católica de la Mujer, el feminismo católico y conservador propugnado por el Movimiento católico, realizará una constante labor de hostigamiento al feminismo católico y reformista arenaliano, que a principios del siglo XX representa la Asociación Nacional de Mujeres Españolas.
Murió el 4 de febrero de 1893 en Vigo (Pontevedra), donde fue enterrada. Es su epitafio el lema que la acompañó durante toda su vida: A la virtud, a una vida, a la ciencia. Sin embargo, su frase más celebre fue probablemente Odia el delito y compadece al delincuente, que resume su visión de los delincuentes como el producto de una sociedad reprimida y represora.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Superficiales

La constatación de que Internet nos está cambiando condensa uno de los debates más importantes de nuestro tiempo; en este libro, Carr desarrolla sus argumentos para crear el más revelador análisis de las consecuencias intelectuales y culturales de Internet publicado hasta la fecha. Nuestro cerebro, como demuestran las evidencias científicas e históricas, cambia en respuesta a nuestras experiencias, y la tecnología que usamos para encontrar, almacenar y compartir información puede, literalmente, alterar nuestros procesos neuronales.
La red nos está configurando a su propia imagen, volviéndonos más hábiles para manejar y ojear superficialmente la información pero menos capaces de concentración, contemplación y reflexión.

Carr aporta el testimonio de los últimos descubrimientos en el campo de la neurofisiología, que demuestran que el cerebro adulto no sólo no es inmutable, sino que presenta una gran plasticidad, para subrayar la posibilidad de que la influencia del “medio” por el que accedemos a los contenidos sea más poderosa de lo que normalmente estamos dispuestos a admitir.
Aunque considero que es precisamente la distracción lo característico de nuestro estado cotidiano, me resulta sorprendente que una persona que se ha educado sin internet, y escritor además, haya llegado a una situación tan dramática, pero quizás esté exagerando para darle más énfasis a su planteamiento.

"La esencia de la libertad es poder escoger a que quieres dedicarle tu atención".